La floristería Drácena está situada en el número 122 de la avenida de Zamora. Tras recorrer el pasillo entre flores y plantas estratégicamente colocadas llego a la trastienda donde me encuentro con Carmen Feijoo, la dueña de este negocio desde hace 5 años.
Este es su campo de operaciones y el de sus compañeros, donde dejan volar la imaginación y aplicar la técnica adquirida para crear exquisitos trabajos de decoración floral.
«Esta era la floristería de toda la vida de mi barrio», cuenta Carmen. Desde niña ha visto cómo de aquí salían las plantas y flores para sus vecinos, cubriendo sus necesidades con buen producto, pero poca variedad, así que vio oportunidad de relanzarla.
Con el conocimiento de su zona y su gente, su experiencia comercial en otros sectores y una buena dosis de arrojo, pues el negocio floral era desconocido para ella, solicitó el traspaso y tomó las riendas siguiendo una calculada hoja de ruta.
Carmen trazó un objetivo a corto plazo: satisfacer la necesidad de planta y flor de vecinos y particulares. Al mismo tiempo se sumergía en el amplio mundo de la floristería. «Lo primero es dominar la técnica, que engloba el conocimiento de la flor para su conservación, su manejo y manipulación». También es necesario «adquirir dominio cromático y de formas».
Esta técnica es la que dirige sus dedos en ágiles pero delicados movimientos para componer un bouquet de rosas que un cliente acaba de encargar para su novia mientras charlamos.
El resultado me parece magnífico, sin embargo, Carmen se quita mérito asegurando que los verdaderos «hachas» del negocio en este terreno son sus dos colaboradores, Carlos Mecejo y Andreia Novais. «Hay gente que tiene un don o una intuición para hacer arreglos florales», explica, y se acuerda también de Gregor Lech, un paisajista alemán del que admira su trabajo.
El trato con el cliente, primordial en Floristería Drácena.
Carmen admite que lo suyo es el trato con el cliente. La clave está en «portarse como te gustaría que lo hiciesen contigo, ser agradables, respetuosos, honestos, no vender humo, saber de lo que hablas y que lo que cuentas sea verdad», asegura.
Hacer un trabajo que los distinga por ofrecer algo diferente
El segundo objetivo del plan trazado por Carmen es hacer un trabajo que los distinga por ofrecer algo diferente, por su calidad e innovación en el mundo de la decoración floral de bodas, donde la tendencia y la actualización continua es clave.
Este año, por ejemplo, Carmen nos anuncia que seguirá dominando una estética «silvestre», con predominio de tonos lavanda, rosas nude o champán en composiciones naturales, que denomina (entre risas), el «despeinado peinado», pues exigen mayor preparación.
Arreglos de ceremonia.
En los arreglos de ceremonia «hay que equilibrar tus conocimientos, con los gustos y preferencias del cliente y las últimas tendencias», asegura Carmen, para que el resultado sea perfecto. En este aspecto, los trabajos de Drácena realizados hablan por sí mismos.
Con muchos de sus objetivos conseguidos y encarrilados, Carmen divisa un horizonte, ya cercano, donde Drácena lleve el color y la alegría de sus arreglos de flores a eventos del mundo de la gran empresa.
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