Hay un apellido que lleva sonando casi un siglo cuando se habla de fotografía en Ourense: Schreck. Son miles los ourensanos que han pasado por delante de los objetivos de sus cámaras, ya fuese para posar para retratos, reportajes de bodas, bautizos y comuniones o simplemente para algo tan cotidiano como las fotografías de carnet.
Los Schreck llevan casi cien años retratando la sociedad ourensana, habiendo posado para ellos varias generaciones de la misma familia,un claro reflejo de ellos mismos y su historia.
Ernesto Schreck Schülz nació en 1897 en un pequeño pueblo alemán a las orillas del río Oder que tras la Primera Guerra Guerra Mundial fue anexionado a Polonia.
En los albores de los años veinte deja su país tras haber participado en la guerra, aunque ejerció más de fotógrafo que de soldado en las trincheras y se enorgullecía de no haber disparado una sola vez el arma.
Tras un breve paso por Austria y Dinamarca, sus primeras paradas en España son Barcelona y Zaragoza.
Si bien había estado trabajando como fotógrafo desde que salió de Alemania, es aquí dónde reafirma su amor por este arte y aprende las técnicas que despuntaban en ese momento, siempre combinadas con la labor más artesanal.
En Logroño entra a formar parte del taller de un importante profesional, Alberto Muro (cuyo sucesor había sido fotógrafo de la Familia Real), quién al poco tiempo se convierte en su suegro, al casarse Ernesto con su hija Adoración.
La familia Muro en sí misma contaba con una amplia tradición de fotógrafos, ya que el abuelo, padre y hermano de Alberto también ejercían esta profesión.
Por tanto, si bien la familia Schreck actual es la tercera generación en Ourense, es en parte la quinta de España dedicada a la fotografía.
El matrimonio se traslada a Ourense en 1922, ocupando el local que otro fotógrafo, Samaniego, traspasaba. Poco a poco van adquiriendo prestigio y notoriedad en la ciudad y especialmente en el centro, aunque la consolidación fue lenta debido a la competencia. No obstante, una vez el negocio empezó a prosperar comenzó un ascenso que no cesaría.
Pese a las dificultades del idioma, Ernesto, conocido como «El Alemán» enseguida se adaptó a la vida en la ciudad y se hizo un hueco entre los grandes fotógrafos ourensanos, destacando, en palabras de su hijo, «su enorme laboriosidad y capacidad inventiva y creativa propia de los países del norte de Europa».
Por ello sus trabajos fueron reconocidos y valorados por los clientes y esto le permitió ampliar el local, que hasta entonces había sido también el domicilio familiar, pasando a ocupar el laboratorio el sitio del jardín de la casa.
Los Schreck siguieron progresando pese a las dificultades de la Guerra Civil española (enfrentándose a la falta de recursos fabricándose gran parte de los productos químicos del laboratorio e importando el papel directamente desde Alemania) y llegaron los años dorados del negocio.
Durante esta época llegaron a trabajar hasta nueve personas en el laboratorio y fue Ernesto hijo quién se hizo cargo del negocio.
Esta fue la era del progresivo paso a la fotografía en color y la agilización de los plazos de entrega, con lo que el volumen de trabajo se multiplicó.
Este éxito era especialmente patente en la temporada de comuniones (celebradas durante el Corpus y la Ascensión), lo cual llevaba a jornadas maratonianas en las que los cuatro hijos trabajaban en la tienda dando número en la entrada, peinando a los niños, moviendo los fondos y decorados, etc.
Dado que los fines de semana no había cita previa, en primavera y verano era habitual estar hasta las nueve o diez de la noche retratando clientes.
Pronto la tercera generación se incorporó al negocio, llegando a coincidir los tres Ernestos, abuelo, hijo y nieto, turnándose para asistir a congresos y talleres de trabajo e incorporando nuevos procesos de acabado fotográfico, como el laminado, termosellado, texturizado e incluso enmarcado.
Ernesto nieto asistía también a la Escuela de Artes y Oficios de Ourense, además de a talleres y seminarios incluso en el extranjero , pero su mejor escuela estaba dentro, aprendiendo todo el proceso desde la concepción de la fotografía hasta la entrega al cliente. Ahora continúa la labor de su familia.
El gran cambio de la fotografía química hasta la digital fue llevado como una transición suave pero firme desde los cimientos de la fotografía más tradicional en los que había nacido y crecido el taller hasta adaptarse totalmente a las demandas de los nuevos clientes, contando para ello con la mejor tecnología y técnica.
No obstante, la esencia Schreck que se ha pasado de generación a generación, la vocación, el esfuerzo, el cariño y la atención a los detalles continúan presentes tanto en el papel como en la pantalla y gracias a eso el estudio mantiene el éxito y la fama que han cosechado a lo largo de casi un siglo.
Y tú, ¿has posado para Ernesto Schreck? Anímate a compartir tu experiencia con nosotros
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Ya el sábado pasado quise dejar un comentario de agradecimiento al equipo de «Mais Tendencia» lo que no veo es si les llegó, por lo que quiero aprovechar para darles las gracias por su artículo y el cariño que mostraron hacia nosotros en todo momento. Un GRACIAS muy grande a todos. En especial a los autores.
¡¡Gracias a ti por tu colaboración e implicación, Ernesto!! ¡Encantados de poder contar historias tan interesantes como la vuestra! Un abrazo!